miércoles, 31 de octubre de 2012

Leyendas Hystoriannas: "Noche"

Estaba durmiendo plácidamente, tranquila, como si aquella noche fuera una de las mejores. Todos sus males parecían haberse esfumado. Ahora, ella ya no tenía preocupaciones. Porque estaba en un mundo de sueños. Estaba en su mundo.
Pero, entonces, sus sueños empezaron a estar borrosos, y pronto todo se oscureció. Y abrió los ojos. Cuando se incorporó, estaba un poco sudada. No obstante, ¿por qué? Era invierno, y no tenía calor. Y tampoco frío, pues había cubierto todo su cuerpo con varias mantas. De pronto, sintió una presencia. Y el horror circuló por sus venas, llegando a cualquier parte de su cuerpo, provocándole, así, un aumento de la adrenalina, lo que agudizó sus sentidos. Y oyó un leve chirrido. El sudor empezó a bajar por su cuello. Pero era un sudor frío, el sudor del miedo. Aterrorizada, dirigió sus ojos verdes hacia la puerta, en la cual se empezaron a oír varios rasguños. Cada vez respiraba de forma más rápida. 
La puerta se abrió. Y soltó un chillido. No obstante, pronto se relajó un poco. Era su gato, que no había podido entrar antes a la habitación. Tras un suspiro, llamó al gato para que fuese con ella a la cama. Pero un nuevo chirrido la sacó de su felicidad. Seguramente sería otra cosa sin importancia, pensó, de modo que decidió dormir de una vez. 
Pasó una hora. Y otra, y otra, y otra... Pero los chirridos no cesaban. Tras varias horas de estridentes sonidos, la muchacha decidió levantarse y mirar. abrió la ventana y miró a un lado y a otro. 
Y chilló.

Llegaron corriendo, pues aquel grito les había despertado y, como no, asustado. Abrieron la puerta poco a poco, y cuando la puerta se abrió... no había nadie. Nadie ni nada. Entraron con pasos lentos, como si estuvieran atentos por si algo había pasado. Y cuando llegaron a la ventana, se quedaron horrorizados. Estaba abierta. Pero eso no era lo que les había horrorizado. 
En la puerta de la ventana, se había quedado enganchado un trozo del pijama de la mujer, manchado por una sustancia de un color verdoso y morado. 

En nuestra época aún se recuerda ese fatal día en el que, según dicen, cada mes se pueden escuchar unos gritos de horror. Los gritos de horror de Stephanié, desaparecida el 31 de Octubre de 1812.

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